viernes, 22 de agosto de 2014

Esas palabras que fueron moda. Capítulo II: La sostenibilidad.



Vaya por adelantado que, en algunos entornos, la sostenibilidad NO fue (ni es) una moda .... pero vaya también por delante, que esta no es la tónica general ...

Hace unos cinco años, en este país, la sostenibilidad era la palabra clave: los políticos, con el presidente del gobierno a la cabeza, promulgaban leyes de sostenibilidad, promovían las energías sostenibles, ... "Flower power" en estado puro.

Las consultoras lanzaban, uno tras otro, mensajes de que la sostenibilidad era la clave, vendiendo proyectos nada económicos (¿sostenibles?) sobre cómo implantar proyectos de sostenibilidad. El nuevo filón.

Las encuestas del CIS reflejaban que el medio ambiente (y la sostenibilidad) eran una preocupación de los españoles .... hasta que la crisis económica nos mostró eso de "primum vivere deinde philosophari" (primero vivir, y luego filosofar).

Para empezar por el principio:

¿Qué es la sostenibilidad?

Mi definición sencilla: es una manera de gestionar que tiene en cuenta tres intereses: los económicos, los del entorno medioambiental y los que atañen a las personas. Aquí, cuenta el largo plazo, y no sólo el corto.

Una empresa que sólo tiene en cuenta los intereses económicos, dañará el medio ambiente y/o a las personas (diferentes grupos de interés). Este modelo es, por ejemplo, el del pelotazo.

Una empresa "guay", que se preocupa del medio ambiente y de las personas, sin importarle la parte económica, se sustenta sobre un modelo dependiente: alguien tiene que pagar las facturas al fin de mes. El triste ejemplo: los planes medioambientales de las Cajas de Ahorros, que junto con otros desmanes, ahora pagamos entre todos.

Cada empresa u organización ha de encontrar la manera en que, haciendo convivir los tres intereses, consigue ser sostenible. 

No hay fórmula estándar: cada organización tiene su ADN, y desde él, ha de encontrar su solución.

¿Porqué apenas sobrevivió el concepto?

5 razones poderosas:

1.- La crisis económica le golpeó tan fuerte como al resto del país. Primum vivere ...

2.- Falta de visión a largo plazo en las organizaciones. Es asombroso (al menos para mi) ver como muchísimas organizaciones adolecen de una visión que les guíe. Es la cultura del "hoy", y del "sálvese quien pueda". En ese entorno, pensar que el criterio con el se toman las decisiones va a tener en cuenta el impacto futuro, es una quimera.

3.- Ingentes dosis de "flower power" en responsables del proyecto de sostenibilidad. El concepto atrajo a todos los que pensaban que esto iba de "acabar con el hambre en el mundo", cuando realmente iba más de cómo hacer las cosas de manera diferente (que es algo así como "cambiar el mundo", pero en pequeñito)

4.- Falta de conocimiento profundo sobre el concepto y profesionalidad en su implantación. La sostenibilidad tiene la parte "árida" de gestión que tiene todo concepto. El marketing era precioso, pero el seguimiento, la gobernanza, .... aún con un nuevo enfoque, requerían del mismo grado de profesionalidad que cualquier otro en la organización.

5.- Falta de "demanda real" de empresas y organizaciones sostenibles . No tanta gente pagaba por el producto de una empresas sostenible y responsable, frente a similar producto, de una empresa no responsable. En el momento de la verdad, seguía pesando más el viejo enfoque puramente económico, frente al nuevo enfoque sostenible.


¿Cual es el futuro?

Difícil hacer previsiones, pero mi apuesta es que, a pesar de lo anterior, el futuro es brillante.
(giro inesperado en el post)

¿Porqué? (mi pregunta favorita)

1.- La lecciones aprendidas. El "estirar más el brazo que la manga" ha dejado una factura pendiente elevada. Algo se ha aprendido, seguro, de todo este sufrimiento.

2.- En países de nuestro entorno, y especialmente en los anglosajones, el concepto sigue tirando con fuerza. El mundo es global, y al final, las buenas prácticas y su influencia en el entorno, harán que la implantación del concepto sea el mínimo indispensable para poder sobrevivir.

3.- El concepto, en sí, el bueno. La ejecución, mejorable. Hacer la cosas bien tiene, al final, su recompensa. El tiempo pone a cada uno en su sitio.

¿Lo ves del mismo modo?¿o quizá al revés? Hazme llegar tus comentarios. Me encanta saber si mis propuestas os son (o no) de interés.

Muchas gracias por tu tiempo. Espero haberte dado algo que lo merezca.

3 comentarios:

  1. Es un lujo leer estos post, la verdad ,priceless. Que interesante lo de la cultura del pelotazo y como choca con lo de dar la mejor versión de uno mismo, como nos cambiaría el cuento si saltasemos de frecuencia de onda, como necesitamos buenos líderes porque hay mucha gente buena en nuestras empresas que se han instalado en la mediocridad a base de que sus jefes les tapasen y en lugar de ayudarles a crecer les han quitado uno de los más preciados tesoros, la ilusión.Hay vuelta atrás para eso?

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    1. Lo que sí que es priceless es un comentario como el anterior: La ilusión es algo personal: cuánta, o cuánta no ponemos en juego cada mañana, es algo que cada uno decidimos.

      Esa decisión se basa en querer ser la mejor versión de nosotros mismos, y no dejar que otros influyan en nuestro estado de ánimo hasta el punto de que nos mimeticemos con el entorno de mediocridad, donde "tan bien y seguro se vive" ... hasta que se algo cambia ...

      ¿Difícil ser nuestra mejor versión cada día? Sí. A veces, casi heroico. Pero, ¿y la sensación de hacer algo grande, de verdad, que te llena e inspira? Impagable.

      Gracias por tu comentario, Irene.

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  2. Como me has recordado a V.Frankl en el hombre en busca de sentido, mil gracias, hace falta recordarnos estas cosas, que nos mantienen en nuestra ruta y que a veces olvidamos

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