domingo, 23 de noviembre de 2014

Cuanto más importante sea, menos probabilidades hay de que alguien lo haga por ti



En un ocasión leí que Lee Iaccoca les comentaba a sus directivos que, cuando uno de sus colaboradores no ejecutase una tarea asignada en la manera esperada, le hiciesen la siguiente pregunta:
Si tu vida dependiera de ello, ¿serías capaz de realizar esa tarea?
Si la respuesta era afirmativa, entonces la causa del resultado era la falta de motivación. Si la respuesta era negativa, la causa era la falta de formación.

Probablemente es un enfoque un demasiado simplificado, pero como en tantas cosas en la vida, la respuesta más sencilla es la más probable.

Parafraseando a Lee,
Si tu empleo dependiera de ello, ¿dejarías una tarea importante en manos de otra persona? 
Si la respuesta es afirmativa, es que no lo has pensado detenidamente.

Las tareas importantes, las que realmente marcan la diferencia y de las que depende tu ser o no ser, nadie las va a ejecutar mejor que tu. Nadie va a entrar en los detalles tanto como tu. Nadie, absolutamente nadie, se va a "poner en tus zapatos" y a "caminar por ti".

Si esperas que alguien venga con la "solución mágica" en el último momento, si confías en que alguien realizará esa tarea dura (que tan poco te gusta, pero que sólo a ti te corresponde hacer), si fías tu futuro a que los demás resuelvan los problemas, sinceramente, creo que más pronto que tarde descubrirás lo decepcionante que es el mundo real.

Todo lo anterior sólo pasa en las películas ... y cada vez menos ...

Pero, por contra, siempre tenemos la capacidad de tomar otra decisión: la de ponernos en pie y avanzar, en lugar de quedarnos sentado esperando. Siempre hay otra opción: como decía el sabio anónimo:
"Si ha de suceder, me toca a mi hacerlo posible"
Seguro que lo anterior ya lo sabes, pero nunca viene de más el recordar una de esas cosas que con cierta frecuencia, todos olvidamos.

Espero que te haya gustado el post. Si es así, como si es lo contrario, estaré encantado de saberlo.
Gracias por tu tiempo.




domingo, 16 de noviembre de 2014

El trabajo duro ya no es lo que era: ahora es diferente.



Coincido con Seth (Godin): según Seth, el trabajo duro ya no es lo que era.

Antes, el trabajo duro era trabajar mucho: muchas horas, con mucho ahínco; normalmente, un trabajo muy físico o, dentro del intelectual, de mucha perseverancia, rutinario, ....

Siguiendo con la "provocación" de Seth, el trabajo duro, hoy en día, es hacer lo que nadie quiere hacer, y que resulta emocionalmente, complicado.

Desde esa óptica, me vienen a la cabeza una serie de trabajos duros como:

  • Decir la verdad (al menos la tuya), siempre, y en cualquier circunstancia. Prefiero la verdad desnuda, a la mejor vestida de las mentiras.
  • Tener el valor para decir lo que hay que decir, en lugar de callarse y dejar que otros carguen con la responsabilidad, o simplemente, que todo siga igual, aún cuando sabes que la situación no es buena, a largo plazo, para nadie.
  • Decidir qué es lo que queremos ser, actuar en consecuencia y en ese momento, aceptar lo bueno, y lo malo que toda elección tiene. Como decía un antiguo profesor (y creo que esto es lo único valioso que aprendí con él en dos años de estudio): "todo en la vida tiene alguna ventaja y muchos inconvenientes".
  • Pedir perdón. Eso duele mucho, pero más duele ver la mezquindad de los que con tal de no disculparse jamás por sus errores, son capaces de "defender", con cualquier tipo de malas artes, la inmadurez de su personalidad.
  • Dejar sin escribir ese e-mail y discutir ese tema que tanto te molesta cara a cara. Lo fácil es escudarse en "yo ya escribí un mail", en lugar de intentar resolver, frente a frente, el problema.
  • Hacer esa "llamada de los tres minutos", que hace que se rompa una dinámica negativa, pero que implica que tú das el primer paso, cuando probablemente, no te has buscado el problema, y donde quizá, tengas que "contar hasta cien", para no reaccionar ante alguna que otra acusación.
  • Hacer algo: siempre es más fácil "que lo haga otro, porque ese no es mi trabajo", "preocuparse, en lugar de ocuparse", o "para lo que me pagan, bastante hago", o el más que socorrido "que lo haga el jefe, que por el pastón que le pagarán ...".
  • No conformarse. Aspirar siempre, a ser la mejor versión de uno mismo.
  • No prometer lo que no tienes la total seguridad que puedes cumplir. La desilusión que generas, cuando no cumples, tiene un coste brutal en tu marca personal. 
  • Decir NO.
El nuevo escenario de los que toman el control, y por tanto, la responsabilidad de lo que les ocurre, exige de la capacidad de gestionar esos momentos emocionalmente difíciles. 

Nada que merezca la pena es gratis, y el trabajo duro siempre tiene su recompensa. 

Hoy en día, el "emocionalmente" duro es el que realmente marca la diferencia.

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Sé que casi nunca damos feedback de los post que leemos. Esta vez espero ser el afortunado de la "excepción que confirma la regla", y me hagas llegar tus comentarios.

Un millón de gracias por adelantado.